CEREMONIA DURANTE LA TORMENTA
Para pedalear desde Munro hasta Villa Maipú hay dos opciones: el camino corto, que es cruzar los barrios de Villa Zagala y Loyola, o el camino largo, que es ir hasta Ballester y bordear las vías. Con el sol da la sensación de que está todo bien para hacer el camino más breve. Pero de noche es otra historieta. Flasheas que vas regalado, o simplemente te sentís amenazado ante tanta quietud. Además era de madrugada y parecía que el cielo se iba a venir abajo, preferí evitarlo. Por el otro lado, tampoco tenía ganas de pasar por Ballester, ese barrio tan aburguesado y anti, lleno de cervecerías artesanales, y de guaches tirando facha, haciéndose los piola, batiendo la de la autogestión con una cubetera en el pecho. Unas horas antes, cuando la pepa llegaba al torrente sanguíneo, grité en más de una ocasión que no me sentía libre, que tener un gato me había quitado la libertad. La cuestión era que mi gato estaba solo en casa, y yo sabía que me estaba esperando. Irme de casa me da culpa